La muerte del Charro de Huentitán, ha teñido de negro y pone fin a la época dorada de música ranchera, un género musical que trasciende lo puramente artístico para expresar una manera de sentir la vida, como la que protagonizó el querido Chente que expiró a los 81 años en su natal Guadalajara. Con la canción “Quiero ver tus ojitos de noche serena” que Vicente Fernández interpretaba con Pedro Vargas en el popular programa mexicano “Siempre en Domingo”, partió a la eternidad.
Con él se cierra el ciclo de grandes interpretes de la música mexicana que deja un legado incomparable, como Jorge Negrete, Pedro Infante o Javier Solís. Fernández, quien murió este domingo tras varios días internado en un hospital, era uno de los mejores interpretes de la canción popular mexicana, poseedor de una portentosa voz con prominentes agudos y melismas que hacían recordar las interpretaciones de Antonio Aguilar. La partida de El Charro de Huentitán, criado en ranchos y admirador de los caballos, deja un inmenso repertorio de temas que él interpretaba ‘a grito herido’ y una herencia vocal a varios de sus hijos, especialmente Alejandro Fernández alias “El Potrillo”.
Varios de sus hijos también han heredado el talento artístico e interpretan baladas con un estilo moderno que alcanza a un amplísimo público, como sucede con el mencionado Alejandro Fernández. También en esto se asemejan la vida del Chente y la de Antonio Aguilar, que también dejó a su paso una dinastía amante por el género de rancheras.
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